¡No sé qué hacer con mi hijo adolescente!
El adolescente por naturaleza podría ser impulsivo y poco reflexivo, no mide consecuencias, tiene mucha energía que no sabe cómo manejar. Aquí toda la información para que ayudes a tu hijo en esa etapa.
Las etapas en la vida de todo ser humano, se dice que pasan muy rápido, o al menos así nos lo parece cuando experimentamos esas ansias de ser, de crecer, de experimentar, de movernos, de aprender a vivir con demasiada prisa, creando expectativas a veces fantasiosas sobre nuestro entorno, familia, amigos y sociedad en general. Queremos logros a corto plazo, disfrutando al máximo la adrenalina que nos convierte en buscadores y aventureros intensos de una individualidad única e irrepetible, de una pertenencia y un lugar inigualable en el mundo.
El adolescente por naturaleza podría ser impulsivo y poco reflexivo, se quiere comer el mundo de un solo bocado sin digerirlo, no piensa bien las cosas, no razona adecuadamente, no medita, ni mide consecuencias de sus acciones, haciendo alarde de su tremendo potencial energético que lo rebasa y que no le permite tomarse en serio la vida, las cosas, las situaciones y las personas que le rodean. Su único afán es la búsqueda del placer o la gratificación inmediata y de aquí, podrían surgir una enorme cantidad de problemas en su vida futura, si no se le inculca responsabilidad, obligaciones y valores o una educación adecuada en tiempo, lugar y forma.
La adolescencia, es muy crítica y es común que sea vista por los padres, como una etapa difícil y conflictiva, donde el vínculo con los hijos puede darse desde el miedo a sus "arranques", sus impulsos y sus desafíos en todo sentido.
Cuando el niño está en su primera etapa de pre-adolescencia, su conducta aún es dócil y empática, los padres aún tienen el control, pero conforme el chico o la chica van creciendo los padres pierden ese "locus" de control, el cual ahora tienen sus amigos, los cuales suelen ser hasta demandantes en el trato, la moda y la inclusión en sus grupos escolares y socioculturales.
El valor adaptativo, funcional y decisivo que tiene esta etapa, dependerá de las vivencias del adolescente, de sus experiencias, pero también de su formación, de su educación y del apoyo familiar de sus mayores. No es posible exigir al adolescente, lo que los padres no pueden dar. Se requiere de un ejemplo digno, respeto como índice de sana tolerancia, congruencia y aceptación.
¿Qué factores inciden en las conductas desafiantes de los adolescentes?
Los procesos de maduración neuronal en el adolescente, conlleva cambios que lo rebasan y con más razón rebasan a sus padres, abuelos, tutores o formadores, que desesperados pierden el control: "Cállate no me grites", "Recoge tus cosas, tu cuarto ya parece gallinero", "Otra vez perdiste tus cosas", "De nuevo olvidaste tu mochila", "Ya no puedo darte más dineros", "No dejes la toalla mojada sobre la cama", "No me dejes comida en el plato", "Suelta las llaves del coche, ni lo intentes llevártelo sin mi permiso", "Otra vez llegando tarde", "No hiciste tu tarea por estar jugando con el celular"…
Poner reglas podría facilitar la comunicación entre padres e hijos
- Dejar claro los roles de cada miembro de la familia
- Fomentar el acercamiento emocional para que los hijos no se sientan incomprendidos
- Facilitar el contacto enseñándoles la expresión de emociones y autoestima
- Fortalecer la relación parental entre los padres, para que los hijos crezcan seguros, fuertes y confiados en su toma de decisiones inteligentes
- Entre otros.
Obviamente toda esa multifacética problemática en el crecimiento del adolescente, se convierte en todo un reto y una franca competencia de poder entre los padres y los hijos adolescentes desorientados, llegando incluso hasta generarse la violencia filioparental, que es un tipo de violencia intrafamiliar, donde algunos hijos podrían agredir física o verbalmente a los padres, con gritos, golpes, empujones, insultos repetidos, ruptura de objetos, etc. y donde los padres podrían llegar a perder la prudencia, la paciencia y hasta la autoridad sobre sus propios hijos, haciéndose manifiesto que la autoestima de los padres, podría quedar por los suelos sintiendo colapsados sus intentos de educación.
¿Es recomendable la terapia de emergencia?
¡Definitivamente sí!
Estados emocionales tan alterados y lamentables, son ya significativamente clínicos y convendría buscar ayuda de un profesional de la salud mental donde ambos, padres e hijos buscarán solucionar sus diferencias, mediante psicoterapia familiar, que cuenta con varios modelos familiares sistémicos, técnicas, prácticas, herramientas y recursos terapéuticos muy variados y generosos para la construcción de una conciencia más clara, un sentir más profundo y una visión más alta. Aquí los padres tienen una gran ventaja porque ya fueron adolescentes alguna vez y recordarán que quizá pasaron episodios similares en su maduración y crecimiento, pero sus hijos adolescentes en cambio, no saben aún lo que se siente ser adultos y por ese motivo sería muy conveniente primero ponerse en su lugar por un momento para poder entenderlos y ayudarlos en su propio crecimiento.
Tres cosas sugeridas para los padres
- Aprender a poner límites
- Atender sus debilidades
- Actuar
No es conveniente posponer la búsqueda de atención adolescente ante cuadros clínicos tan severos en las conductas desafiantes mayores. Sabemos que son episodios pasajeros de una etapa que está en construcción, pero al menos aprender a manejar esas etapas con psicoterapia, amor y paciencia, nos dejará una enorme satisfacción de haber aprendido también a ser buenos padres.
Referencias
Roberto, P. (2017) Violencia filioparental: Factores que favorecen su aparición. Revista Construcción Psicopedagógica 25 (26): 5-16 Sao Pablo, Brasil. ISSN 1415-6954.
Izquierdo, M. C. (2003) El mundo de los adolescentes. Editorial Trillas, México.
Las informaciones publicadas por Psico.mx no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. Psico.mx no hace apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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