La presencia ausencia y Fort-Da como constituyente del niño
El desarrollo del niño es tan complejo que abarca aspectos variados, uno de ellos es el juego que aunque pareciera algo sencillo tiene trasfondos muy importantes
El niño es un sujeto en desarrollo que está en continua formación, incluso en el juego, algo cotidiano para el niño es que éste construye su razón y moldea su aparato psíquico.
Nos dice Rojas: "desde los primeros días de vida el niño se lanza a la exploración de su cuerpo y de su entorno parte hacia el descubrimiento de sí mismo y del mundo que le rodea para asegurarse su dominio o habitan en él, deseo de saber y la necesidad de comprender".
Desde la perspectiva psicoanalítica podemos observar como el momento en el que el niño comienza a desarrollarse y por ende el juego se vuelve parte de su vida, también logra hacer una evolución de su estructura psíquica y desde ese temprano momento puede crear sentimientos de deseo de presencia y de ausencia.
Retomando un poco la perspectiva psicoanalítica del clásico juego del carretel en donde se observa cómo el pequeño niño juega precisamente con un carretel en donde lo lanza exclamando Fort (lejos en alemán) y cuando regresa exclama Da (aquí en alemán).
Teniendo como ejemplo este pequeño recordatorio del Fort-Da podemos constituir cómo el niño no simplemente tiene como objetivo el simple juego, sino que desde ese momento tiene el objetivo inconsciente de crear una especie de ambivalencia.
El niño desde sus primeros meses e incluso pasados unos años tomando como ejemplo este juego, crea un objeto de deseo, este objeto que regularmente es la madre que sirve para formar también el sentimiento de ausencia.
Siguiendo está lógica podremos hacer el siguiente silogismo: el niño no solamente hace este juego como les mencionaba antes por el simple hecho de hacerlo sino que desde esos momentos el niño es apartado de su objeto de deseo (la madre) y lo expresa alejando su carrete (el asimismo). Cuando el carrete regresa vemos qué puede significar para el inconsciente del niño la presencia, es decir el regreso de su madre a su campo visual.
¿Para qué nos sirve esto?
Esto nos permite dilucidar que el niño va formándose una especie de amor en donde tiene el control de su objeto de deseo, es decir de su madre, en donde podemos poner la palabra "amo" entre comillas ya que este objeto siempre estará haciendo un juego de acercarse y alejarse. En el momento que el menor crece, este periodo de juego, continuando con el ejemplo del carretel, es sumamente importante ya que lo va a constituir como un sujeto de pulsión en donde también en su adultez estará presente esta presencia y ausencia de sus deseos, la presencia y ausencia de un objeto, un objeto que estará en falta y probablemente el sujeto nunca averigüe cuál es.
Podemos entonces concluir que el juego y las creencias de los cuidadores del niño son sumamente importantes para la formación constituyente del inconsciente y consciente del niño, que tendrá como resultado la forma de actuar de este, aunque podamos pensar que de la niñez a la adultez es un tiempo muy alejado, las particularidades de la forma de ser estructurante psíquica del niño, sin duda podrá desembocar en su personalidad y forma de vivir su vida adulta.
Bibliografía
Freud, S. (1920) Más allá del principio de placer, (1920-1922) Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XVIII.
Prengler, S. (2003) EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD, Revista de Psicoanálisis, Caracas: 95-99.
Rojas, S. (2008) El niño como sujeto desde el psicoanálisis, Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo", vol. 6, núm. 2: 231-247.
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