¡Mujeres leonas, con el corazón de pollo!
El hombre tiene su fuerza en los puños, pero la mujer la tiene en su corazón -dicen- ¿Pero, qué pasa cuando no se pueden poder de acuerdo el cerebro y el corazón? ¡Te informamos aquí, ven!
Frecuentemente llegan a mi consulta mujeres angustiadas, tristes, cansadas y desesperadas porque ya se les apagó el motor –así lo expresan-, ya no hayan qué hacer, ni qué pensar, ni qué decir, ni cómo reaccionar ante la multifacética problemática que viven en sus hogares: carencias afectivas, sociales, económicas, problemas de salud, problemas de contacto o entendimiento, y encontronazos con sus parejas por cuestiones de dineros, incompatibilidad de caracteres, falta de comunicación, celos enfermizos, exigencias desmedidas, silencios que duelen o sátiras palabras hirientes, y un constante desinterés marcado por parte de sus compañeros en no querer arreglar las cosas.
A algunos señores, les resulta muy difícil aceptar y reconocer sus errores, no quieren ni están dispuestos a participar en una buena comunicación e integración con su mujer y su familia: "estás loca, no sabes lo que dices"; "ya perdiste un tornillo, no sabes ni lo que quieres"; "vale más que te calles porque me las vas a pagar"; "ya me tienes harto con tus cantaletas"; "ya cállate, déjame ver la televisión"; "otra vez con lo mismo, mejor me voy"…
Y de verdad que sí se van dando un portazo que estremece toda la casa. ¿Cómo se llama todo eso? Pongámosle un nombre, no le tengamos tanto miedo a las palabras: ¿patán?, ¿cínico?, ¿grosero, malcriado y consentido?, ¿delicado o desobligado?, ¿inmaduro?, ¿irresponsable? o ¿perezoso y cómodo, atenido, mantenido y gorrón?... ¿Cómo?
Las mujeres que viven esa situación, se quedan trabadas de coraje, bloqueadas, heladas, impotentes, confundidas y explotan como palomitas de maíz, lloran amargamente sintiendo que sus vidas no valen nada, y empiezan los resentimientos, el mutismo absurdo, la victimización, como si eso fuera la mejor solución, ¡Claro que no! Lo único que están logrando es volverse amargadas, resentidas, devaluadas, ofendidas… Y al menor impulso, saltan como liebres atrapadas en el cepo de la vida, la agarran y se desquitan con quien se les atraviese en el camino, pagando muchas veces justos por pecadores. ¡Por favor!, ¿Qué necesidad tienen de abaratarse de esa manera?
Sin embargo, veamos la otra cara de la moneda. ¿Qué pasaría si en vez de discutir, pedir, suplicar, rogar y casi implorar apoyo al compañero, aprendiésemos a poner límites?, marcar nuestra raya, o mejor… marcar nuestro metro cuadrado: "este es mi espacio, este es mi terreno desde donde yo funciono como mujer y como ser humano con derechos a mantener mi individualidad, mi dignidad, mi identidad, mi amor propio, mis valores, mi salud y el respeto que me debo a mí misma primero. Marco mi límite… De aquí para acá estoy yo, de aquí para allá está usted, y exijo respeto, mismo que yo le doy, y si no le gusta, ¡chíspele, a buscar en otro corral, porque en el mío ya no hay! Y punto".
Así se marcan los límites, no hay más.
¿Que todo eso parece frío, pasivo e indolente? ¡Sí! Pero es necesario apartarse de la gente tóxica. Y no vamos más lejos… Quizá habrá mujeres que piensen: ¿Pero cómo podría yo hacer todo eso si lo quiero?, Ajá, lo quieres mijita, ¿Pero a qué precio?, ¿Qué te traten como basura?, date cuenta que sobre tu cuerpo, sobre tu mente y sobre tu vida, solamente mandas tú y nadie más. O bueno… ¿Qué sentido tendría continuar en una relación de pareja que no nos es útil para nada? ¿Qué sentido tendría conservar algo o a alguien que no nos respeta, ni nos entiende ni nos atiende, ni le importa siquiera lo que hagamos o dejemos de hacer? Como si fuésemos un cero a la izquierda o peor, como si fuésemos un trapo, una cosa o un mueble que no más se usa y se desecha en un cesto de basura. A ver chicas, ¿Cómo se llama todo eso?. Ahora dejaré que ustedes lo digan.
En fin… Cosas y casos que estremecen el alma de la mujer por más templada que sea, en el fondo sigue siendo mujer con un corazón de pollo, dispuestas siempre a amar a los suyos, a servir, a escuchar, a conveniar, a enseñar, a estar siempre allí curando rodillas rotas o corazones lastimados, dispuestas siempre al desvelo por esperar, por creer, por soñar despiertas en la oscuridad sedante de su cuarto.
Mujeres dóciles, tiernas y cariñosas que de verdad están dispuestas a olvidarlo todo para perdonar, y volver a perdonar aunque a veces se les pase la mano: "No importa mi amor, no te preocupes, anda vete, sigue delinquiendo, al cabo que yo te perdono" ¿Te das cuenta? o ¿De qué te dan ganas? Y todavía encima de todo, algunos señores se atreven a cantar eso que dice: "Por mujeres como tú, hay hombres como yo…" ¿Cómo podríamos interpretar eso?, hay que darle vuelta al disco para que suene más bonito ¿No?, "Por mujeres leonas como nosotras, nos creció un corazón de pollo", o por ser demasiado legales estamos tan fregadas... por ceder, por conceder, por aceptar, por permitir, por otorgar, por insistir, por esperar, y por ser genuinas hembras al servicio del amor más grande y del amor más noble y puro, pero damas en el alma con un temple de acero en un guante de terciopelo, para enseñarles a nuestros hombres a ser hombres de verdad y no copias baratas con bigote y corbata que lo mismo se exponen a terminar en un cesto de basura. ¡Qué tristeza tener que decirlo así!, ¿qué necesidad hay de todo eso?.
A ti mujer, o a ti varón, que tienes la necesidad de hablar y ser escuchada(o), te invitamos a un espacio agradable donde sientas la confianza para realizar tu propia investigación personal. Un espacio de interacción simbólica donde a través de la libre expresión de tus recuerdos, pensamientos, fantasías y sueños, puedas elaborar tu malestar y sufrimiento psíquico y reestructurar así tu propia personalidad. Acude a tu psicólogo de confianza y regálate la alegría de ser feliz.
Las informaciones publicadas por Psico.mx no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. Psico.mx no hace apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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