¿De qué manera afecta la orfandad afectiva en los niños?
El alimento que nutre más a los niños es el cariño. Cuando estos carecen de lo más elemental que es el amor, su desarrollo psicológico se verá afectado en el futuro. Te ofrecemos información
Desde el amanecer de su vida, todo ser humano se alimenta principalmente del amor que recibe a través de los vínculos amorosos de sus progenitores. Ese fluir maravilloso de la vida en el vientre materno que caracteriza y anuncia un nuevo nacimiento, un nuevo comienzo, una vida nueva y una existencia continuada de la sangre que toma un nuevo cuerpo. Un brote y una expresión inefable de amor de papá y mamá en ese pedacito de su carne y de su sangre, producto del mismo amor y que también hereda su propia necesidad de ser atendido y bien amado.
Todo lo anterior, nos invita a la más profunda de todas las reflexiones: ¿Cómo se ajustan los bebés recién nacidos a la vida fuera del útero?. La Dra. Diane E. Papalia y sus colaboradores nos dicen en su libro: Desarrollo Humano de la novena edición, que las primeras cuatro semanas de vida, (período neonatal) constituyen para el niño un momento de transición entre la dependencia intrauterina y la existencia independiente. Es decir, que antes del nacimiento, la circulación sanguínea, la respiración, la nutrición, la eliminación de desechos y la regulación de la temperatura, se cumplen a través del cuerpo de la madre, pero después del nacimiento, el sistema circulatorio del bebé debe funcionar por sí mismo.
Estos aspectos biológicos son muy importantes, pero no menos importantes son las funciones neuronales, las funciones del Sistema Nervioso Central (SNC) y las conductas reflejas del bebé: La construcción de su cerebro, su futuro desarrollo físico, cognoscitivo y emocional, es decir; el completo desarrollo psicológico del bebé a través de la neuroplasticidad cerebral: La nutrición y experimentación emocional, las sensaciones, las percepciones e interpretaciones que el bebé tendrá que ir desarrollando a través de su primer vínculo con el mundo, que es el de su madre.
Sin embargo no sólo de leche materna se alimentan los niños, sino también de cariño, seguridad, protección, educación y cuidados intensivos que nutren. Desgraciadamente no todos los niños del mundo pueden gozar de esos privilegios, ni de ser bien recibidos en este mundo. ¡Otra preocupación más severa que oprime al corazón humano de nuestra sociedad!... La sobre-población de niños que llegan a este mundo sin ninguna esperanza: Niños no deseados, no planeados, desnutridos, maltratados, golpeados, abandonados, lastimados, rechazados, ignorados, usados y abusados… ¡Incluso por su propia familia!.
Qué tristeza tener que decirlo así, ya que no todos los chiquitines tienen acceso a un ambiente apropiadamente estimulante y sus experiencias o exploraciones tempranas pueden afectar de manera negativa el crecimiento y el desarrollo de su cerebro, así como también sus capacidades neurosensoriales y hasta motoras, aunque claro, en todo esto también influye mucho el aspecto sociocultural. El ambiente, el entorno en el que el niño se desarrolló los primeros años de su vida.
Al respecto, es oportuno señalar que las cifras son cada vez mayores. Niños indigentes que viven hacinados en las calles, durmiendo en las banquetas, niños hambrientos de pan y de cariño, niños desprotegidos sin abrigo y sin amparo, niños atropellados en sus más elementales derechos, niños violados que más tarde seguramente se convertirán en violadores y delincuentes sociales, transgresores de la misma sociedad pasiva e indolente que los excluyó y los exilió sin misericordia y sin piedad.
¿Cuánto tiempo puede recordar un niño todo su dolor, su impotencia y su desventura? ¡Toda su vida!, pues la mecánica básica de su aprendizaje, lo arrastra hacia una vida llena de riesgo psicosocial, porque es lo único que él conoce, sabe y aprendió de su único hogar: ¡La calle!, donde pensamiento y lenguaje se desarrollaron de acuerdo a sus vivencias, de sus carencias afectivas y orfandad, que no contribuyeron ni garantizaron una salud emocional equilibrada para su vida adulta.
Pero no sólo los hijos de la calle tienen que padecer este tipo de inclemencias del hombre y de la naturaleza, también los hijos de nuestro hogar a veces son víctimas de nuestras imperfecciones conscientes e inconscientes de adultos sinceros equivocados: Niños pequeñitos que en el afán de ser "bien educados" les cargamos exigencias desmedidas, gritos, azotes, sátiras palabras hirientes o castigos para que se porten "bien", pero ¿Qué es para un niño portarse bien?, ¿No correr, no gritar, no jugar ni divertirse, o no llorar, ni pedir, ni esculcar ni desarmar cosas? ¡Por Favor…Son niños!, y los niños no tienen otra forma de expresar sus emociones, no tienen otra forma de aprender sino a través de la imitación y la exploración. Es así como desarrollan sus inquietudes y encuentran más tarde su propia identidad. ¿Porqué castrarlos, limitarlos y anularlos?, en fin…
¿Qué hacer para sanar los traumas, miedos, inseguridades, bloqueos emocionales, y memorias dolorosas de la infancia?, sólo hay una posible solución: Acudir en busca de un psicoterapeuta para que te ayude a resolver esos asuntos inconclusos que están latentes todavía en tu interior y te enferman. El terapeuta es un orientador experto, un facilitador que te escuchará activamente y te acompañará en todo tu proceso de curación mental, hasta que hayas roto todas las cadenas que te atan al pasado, pero sólo si tú quieres. ¿Quieres intentarlo?
Las informaciones publicadas por Psico.mx no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. Psico.mx no hace apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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