La ruptura amorosa cuando hay hijos

El divorcio no concluye con la firma de los "papeles de separación" porque los sentimientos que los unieron fueron tan fuertes, que pasará un buen tiempo antes de que cada uno retome su vida con tranquilidad y pueda mirar al pasado sin rabia o sin dolor. Las circunstancias de una separación son muy variadas y nunca será lo mismo una por mutuo acuerdo que una en la que solo una de las dos personas quería acabar con la relación. 

Sin embargo, en términos generales, las etapas del divorcio son más o menos las mismas, en todos los casos:

• Negación: "Esto no me está pasando. Pronto volverá todo a la normalidad".
• Caos mental: La persona empieza a reaccionar y entender que la relación se rompió y no hay vuelta atrás y empieza el duelo con todas las lágrimas y la ira que sean posibles. Hay discusiones, intentos de solucionar las cosas en honor a los "buenos momentos vividos"; falta de control emocional y mucho mucho miedo por el futuro. 
• Aceptación: llega un momento en que las aguas se calman y ambos entienden que es una decisión tomada y que deben seguir adelante con sus vidas. Se acepta el nuevo estatus de "separación o divorcio" como el cierre de un ciclo que vivieron juntos. Sigue siendo doloroso, pero hay más tranquilidad para hablar del tema. 
• Recuperación: Se puede mirar al pasado sin rabia y se mira el presente con más optimismo. Sigue habiendo miedo por lo que vendrá, por los cambios en la estructura familiar, pero hay fuerzas para seguir adelante. 

Estas etapas tendrán tiempos de duración diferentes, dependiendo de las circunstancias que motivaron el divorcio y de cómo se desarrolle el pleito legal. Hay separaciones más conflictivas que otras pero en todas, hay que lidiar con los sentimientos propios de los adultos y con los de los hijos. 

Es muy importante que papá y mamá hagan un esfuerzo por reponerse de la ruptura y, si para eso necesitan ayuda psicológica, no pueden dudarlo. Sus hijos deben verlos bien para que les transmitan seguriddad y fortaleza. 

Se pueden apoyar en familiares y amigos que cuiden de los hijos por momentos, para encontrar espacios de soledad en los que puedan llorar a gusto, platicar con otros adultos y divertirse, en la medida en que lo necesiten. ¡Ojo! Esto en ningún momento implica abandonar los hijos, sino darse espacios para recuperar el autocontrol y hacer su propio duelo como adultos.

Se rompió la pareja pero no se rompió la familia

Cuando se estén divorciando es muy importante que ambos lleguen a acuerdos mínimos de comunicación con los hijos: qué les vamos a decir, cómo se los vamos a decir, a qué acuerdos llegaremos para la crianza, etc. 

Una vez tengan claros los parámetros de comunicación, el siguiente paso es dejar claro a los hijos que:

• Ellos no tienen la culpa del divorcio, que es una decisión de los padres.
• Que los dos los siguen queriendo mucho y trabajarán en equipo para su crianza.
• Que los dos seguirán protegiéndolos y cuidándolos.

La psicóloga Mónica Serrano explica que "ante la separación de sus padres, los niños experimentan pérdidas: la pérdida de la unión familiar tal y como la habían concebido hasta el momento de la separación, la pérdida de habitar junto al padre que se marcha, la pérdida rutinas y actividades que antes se hacían con ambos padres a la vez…"

Por eso el siguiente paso es ver cómo está afectando la separación a los hijos y ayudarles a procesar el duelo de manera amorosa. No es fácil, porque los adultos también están viviendo su propio duelo por la ruptura, pero deben hacer un esfuerzo adicional para afectar lo menos posible el bienestar de los niños. 

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