¿Es sano volver con mi pareja si me fue infiel?

Volver con el esposo o la pareja es una decisión muy personal que debe respetarse. Para una mujer engañada, perdonar y reconstruir un vínculo roto por la mentira es un acto de gran valor -siempre y cuando no haya violencia de género en ninguna de sus formas-. De todas maneras nos gustaría revisar algunas cuestiones del amor en nuestra sociedad.

Lo primero es el concepto de fidelidad en el amor romántico, esa construcción cultural del sistema patriarcal, en donde el vínculo amoroso entre dos personas debe ser eterno, heterosexual, monógamo, posesivo y sacrificado.

Los ideales amorosos se basan en una cultura consolidada por siglos de literatura trágica y romántica, leyendas y textos religiosos que luego formaron parte de un sistema económico que se sirvió del contrato matrimonial para perpetuarse en la historia.

El cine clásico, las animaciones de Disney y las telenovelas siguen mostrándonos el ideal amoroso de la princesa rescatada por el príncipe. La salvación individual por el mérito, un aspecto fundamental para sostener el sistema capitalista.

En una sociedad poli amorosa los cimientos de las leyes de propiedad privada y herencia caerían estrepitosamente.  El amor romántico que tiene como ideal máximo a la familia debe sostenerse como pilar fundamental del sistema patriarcal capitalista. A pesar de que la realidad demuestra que estos ideales son solo mitos construidos a la medida de la figura masculina, que es el macho progenitor y proveedor.

La fidelidad es una norma creada para la mujer en un relación amorosa desigual en donde el hombre tiene la libertad unilateral de la poligamia, siendo incluso premiado por ello. Mientras, a la mujer infiel se la castiga y responsabiliza cobrándose muchas veces la propia vida.

¿Entonces, debo perdonarlo?

El perdón y el arrepentimiento son también construcciones culturales de una institución milenaria como la iglesia. Pero podemos entender el perdón como un estado de serenidad con nosotras mismas. Y en este sentido también constituye un acto de amor y un camino hacia la sanidad personal.

Volver con la pareja que nos ha sido infiel puede ser sano si se ponen todas las cartas sobre la mesa. El primer vínculo que debe recomponerse es la confianza, que solo se sostiene en la comunicación abierta y sincera desde las dos partes. A una mentira no puede seguir otra, y el esposo que mintió una vez puede volver a hacerlo.

Por ello es importante desmontar el concepto de fidelidad. Debemos conversar con la pareja si es posible y si es justo que una sola persona llene todas las expectativas y deseos de la otra. Planteado de esta manera no es difícil suponer que tal carga es imposible de llevar para cualquiera, y más si debemos hacerlo durante toda la vida, ¡Amor eterno!, jura el amor romántico. Esto no significa que no podamos construir relaciones sólidas donde la mayor parte de nuestros anhelos se planifiquen con la persona amada. Pero es más sano y más real hacerlo sobre acuerdos construidos a la medida humana.

Creemos que es sano desplazar el concepto de fidelidad -que siempre viene ligado al engaño y al ocultamiento- por acuerdos de exclusividad sexo afectiva mutua, que de romperse no lo hagan de manera unilateral, sino que se basen en la comunicación respetuosa y comprensiva de la pareja. Esto pone en jaque la idea patriarcal de que el hombre necesita satisfacer sus necesidades sexuales con muchas mujeres, mientras a la mujer le basta un solo hombre proveedor. Ambos deberían tener la libertad de conocer otras personas.

No estamos hablando de sincericidio, es decir que se tenga que "reportar" a la pareja cada una de las personas que nos despiertan algún interés sentimental o sexual. Sino de considerar y respetar espacios de intimidad necesarios para cualquier individuo, esté o no en un vínculo sexo afectivo estable.

Lo importante de la comunicación franca es que ambos puedan decidir a plena consciencia si perdonan o no, si siguen apostando por una pareja en donde se quebró la confianza.

¿Qué es lo que perdonamos? ¿La infidelidad o la mentira?

Ningún vínculo basado en el engaño y el ocultamiento es sano. Sean amorosos, amistosos o laborales.

La fidelidad puede considerarse violencia hacia la mujer toda vez que el hombre oculta otras relaciones, sumando a la mentira, la posibilidad de transmitir enfermedades sexuales, la manipulación de dos o más mujeres con falsas promesas, y la vivencia del poliamor como un derecho legitimado para el hombre pero nunca para la mujer.

Como dijimos al comienzo, la mujer que decide volver con su pareja toma una decisión absolutamente respetable, siempre y cuando deje en claro que no quiere volver al lugar de ignorancia y engaño al que fue desplazada –violentada- unilateralmente por el esposo. Valorando su derecho a decidir el vínculo amoroso en plena consciencia y en igualdad de derechos.

Si la mujer o ambos se encuentran desbordados por la situación, es importante buscar ayuda profesional externa, como una terapia de pareja, que puede resultar eficaz para superar este quiebre en la comunicación y reestablecer nuevamente un vínculo abierto y sincero.

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